Esta famosa actriz del séptimo arte es conocida por
su elegancia natural y su ayuda en casos humanitarios. Desde una perspectiva
general parece que tuvo una vida fácil pero en realidad fue lo contrario, todo lo que planeó jamás se
materializó.
Audrey Kathleen Ruston nació el 4 de mayo de 1929,
en el segundo piso del número 48 de la rue Keyenveld en el distrito de Ixelles
de Bruselas. Audrey provenía de una impresionante mezcla de linajes tanto
húngara, holandesa como francesa. Su padre era
Joseph Victor Anthony Ruston y de su madre era la
baronesa Ella Van Heemstra. Al trabajar Joseph en una compañía de seguros,
muchas veces no podía estar con su hija.
En su infancia Audrey adoraba la música y la lectura por eso su padre le
apodo cariñosamente Monkey Puzzle. Más
adelante, sus padres decidieron que lo mejor para Audrey era que se trasladase
a la escuela privada en Elhm Kent para perfeccionar su inglés. Esta decisión
aterro a la pequeña Audrey, al ser la primera vez que se separaba de sus
padres. Lo único que la pudo ayudar en esos momentos fue el ballet que se
convirtió en su elixir.
En mayo de 1935, Joseph abandonó su familia. Audrey
tuvo que vivir la guerra y lo que desencadenó una sucesión de traslados de vivienda.
Pero
esto no compenso la falta de alimentos, que hizo que perdiese su constitución para
bailarina y tuviera problemas de anemia y respiratorios.
Su
carrera como actriz comenzó cuando el director Archie Thomson la vio en una
prueba para un papel en el musical High Button Shoes. Su siguiente trabajo fue
Sauce Tartare y Landeau y después fue una
farsa del West End llamada One Wild Oat en el actuaba como de recepcionista de
un hotel.
Su
primer papel importante fue en Secret People en el que realizó todas las
escenas de baile. Pero la película que le otorgo la fama fue Vacaciones en Roma
de William Wyler: “William fue a Londres
en busca de una desconocida - bromeó Audrey - y yo reunía todos los requisitos”
El perfeccionismo de Wyler causó que Audrey tuviera una interpretación excelente
como princesa. Vacaciones en Roma estaba nominada a diez Premios de la
Academia, sólo por detrás en posibilidades de la favorita De aquí a la
eternidad, que tenía trece nominaciones. Las películas coincidían en ocho
nominaciones incluidas Mejor Película, Actriz, Director, Argumento y Vestuario.
Más
tarde, trabajó en la película de Sabrina donde se hizo amiga del diseñador
francés Givenchy. Al preguntarle que le había parecido hacer de Sabrina, Audrey
contestó: “Sólo lamento una cosa de
Sabrina: se ha acabado”
Las
ofertas siguieron llegando y eso hizo que Audrey volase a Hollywood para
discutir sobre un nuevo proyecto con su primer amor, la danza. La película era Una cara con ángel, del director Stanley
Donen y escrita por Leonard Gershe. Su
compañero de rodaje, Fred Astaire comentó “simplemente
dije a mis representantes que se olvidaran de todos los demás proyectos para
mí. Aguardaba a Audrey Hepburn. Ella había pedido trabajar conmigo, y yo estaba
preparado. Esa podía ser mi última y única oportunidad de trabajar con la gran
y encantadora Audrey, y no pensaba perdérmela. Punto”. La película se empezó a rodar en abril de
1956. Una Cara de ángel estaba basada en la vida del célebre fotógrafo
Richard Avedon.
Otras
películas que realizó fueron Charada,
Robin y Marian, o Desayuno con diamantes.
En
la vida personal, Audrey estuvo casada en dos ocasiones. La primera vez con el
actor Mell Ferrer con quien tuvo su hijo Sean. La segunda, con un médico
italiano con quien tuvo a su hijo Luca.
Un aspecto curioso a destacar, fue que su última película –Always- estuvo dirigida por el
prestigioso director Steven Spielberg. Años posteriores, se dedicó a la labor
humanitaria y fue nombrada embajadora de UNICEF lo que la permitió ayudar a los niños más
necesitados de África. El fotógrafo John Isaac comentó: “Viajó hasta el rincón más pequeño. A menudo los niños estaban cubiertos
de moscas, pero los abrazaba igualmente. Jamás había visto eso. Otras personas
mostraban una cierta vacilación, pero ella simplemente los cogía. Los niños se
acercaban para tomarla de la mano, tocarla, era como el flautista de Hamelín”.
Por
desgracia, esta actriz y embajadora tuvo que sufrir un cáncer de colón que le
provocaría la muerte el 20 de enero de 1993, a la edad de 63 años. Lo que dejó
tras ella es el legado de una vida de estilo y determinación., tal y como la
propia Audrey pronunció “Mi propia vida
ha sido mucho más que un cuento de hadas”
Paula Vasco Antolino
Grado Periodismo